sábado, 7 de febrero de 2009

LOS CUARENTA

Llegar a los 40 no es fácil. Al cumplirlos, uno tiene la sensación de haber avanzado mucho, pero de no haber alcanzado nada de lo que se había propuesto veinte años antes.

Definitivamente es una edad díficil. Es como llegar a la adolescencia de la madurez. No eres viejo, o al menos no te consideras así, pero tampoco eres un jovencito, y tal vez eso es lo que más lamentas. Después de los fabulosos e invencibles 30's, llegar a los 40 significa darte cuenta de las primeras canas, de las patas de gallo y de que la pancita chelera no es para llevarla como una orgullosa condecoración.

Si eres soltero, sientes que ha llegado la hora de sentar cabeza, antes que los amigos y en especial las esposas de tus amigos, empiecen a pensar mal de tí, ya sabes, por eso que dicen: "soltero maduro,...".

Si eres casado, añoras tu vida de soltero, las juergas interminables, los fines de semana en que solo dormías para levantarte y volver a salir a la disco de moda o a ver a los patas, a ver que sale.

Nadie te prepara para enfrentar una situación así. Es una sensación extraña.

Y es que para muchos, al llegar esa edad significa, sentarse y analizar, por primera vez lo avanzado, lo retrocedido, lo ganado y lo perdido. No hay vuelta atrás. No puedes recomenzar ni partir de cero. Es allí cuando te das cuenta que sería magnífico regresar y empezar de nuevo pero teniendo como base lo aprendido en todos estos años. Sorry, no puedes.

Las decisiones que tomes o no ya no te afectan a tí solamente. El llegar a los cuarenta es tomar conciencia que hay gente a tu alrededor, que depende directa o indirectamente de tí. Aunque te cuesta creerlo y lo añores, ya no eres un jovencito, descubrir eso cuesta y a veces cuando lo haces ya es demasiado tarde.

Hace un poco un amigo dijo algo muy cierto, "para llegar a esta edad debes sacrificar tu libertad para alcanzar la felicidad", tuya y de los tuyos. Tal vez allí está el secreto de aquellos que llegan a los cuarenta sin pensar en que llegó la hora de vistar al médico, de invertir en un terapeuta o de empezar a perseguir a cuanta minifalda se cruce en tu camino.

Tengo 42 años, y descubro que mi amigo tiene razón. He sacrificado mi libertad por el deseo de compartir mi vida con una mujer maravillosa, por ver crecer a mis hijos y por saber que cuento con amigos con los que comparto estas dudas y certezas... y también como no, muchas cervezas.



martes, 3 de febrero de 2009

GENARO NO SE VA

Hola. Hace unas semanas tomé la determinación de escribir un blog, pero me dí con la sorpresa que la mayoría de los nombre que le había pensado poner a mi página personal ya había sido tomado, por sabe Dios quién.
Hoy acabo de encontrar un título. No sé si sea el más apropiado, pero al menos nadie más lo tiene.
Es así que sin más preámbulo los dejo con el primero de mis escritos. ya tiene un tiempo de publicado en mi "Google site". Lugar en el cyber espacio que no sé qué tan útil me sea de ahora en adelante. Bueno los dejo con la nota.
Adiós y gracias.


Las 4:30 de la tarde es la hora señalada. El plazo fijado por las autoridades para que Genaro Delgado Parker abandone las instalaciones de Panamericana Televisión, pero no, Genaro no se irá.

No, no se va, no se va, no se va, Genaro no se va. Y aunque la situación no está para cánticos, es la verdad. Y es que el broadcaster ha llegado a la etapa de su vida en que los hombres que llegan al poder se creen infalibles. Por sobre todas las cosas, incluso por sobre las leyes. De otra manera no me explico cómo a pesar de todos los reclamos, protestas, pifias y piteos que dejan en evidencia su no tan noble proceder el hombre no se da por aludido.

Hace tan sólo dos noches atrás el periodista José Mariño, uno de los más representativos reporteros de “24 Horas” se presentaba en el canal de la competencia y en el programa “Prensa Libre” calificaba a su jefe de sinvergüenza al mismo tiempo que le preguntaba qué había hecho con su dinero. Boletas de pago en mano, Mariño demostraba que durante más de veinte meses, Panamericana Televisión cumplió, religiosamente, con descontarle cada mes los montos correspondientes a su CTS y su aporte a la AFP, dinero que nunca llegó a su destino. El caso de Mariño no es el único, la situación se repite con cada uno de los trabajadores pertenecientes a la planilla del que alguna vez fue el canal de TV más importante del país.

Genaro mutis. No dice nada. Ante las acusaciones no se defiende, ataca. Acusa a sus detractores de ser parte de la corrupción. “Emisarios de Schutz” les dice. Ese ha sido su argumento desde que tomó el canal por asalto en el año 2,002. Parece haber olvidado que él mismo alguna vez se sentó en la misma salita que sus colegas a negociar su permanencia en Global TV, aunque para eso haya tenido que entregar en bandeja de plata la cabeza de César Hildebrandt. Genaro no se acuerda. No quiere acordarse.

El hombre de quien se dice que no paga las deudas viejas y a las nuevas las deja envejecer, hoy sabe que su tiempo ha llegado. No se va, Genaro no se va. Sabe que está a punto de perder, tal vez para siempre, el canal que fundó junto a sus hermanos y que perdió de manera legal hace ya varios años.

Genaro se aferra a su terquedad. Se aferra a una medida cautelar que le permita seguir viviendo la ilusión del canal propio, sin importarle el daño que le hace a la empresa que fue suya. Le cuesta admitir que ya no lo es.

A las 4:30 de la tarde de hoy se vence el plazo. Genaro ya advirtió que no saldrá de allí, al menos no tan fácilmente. Por lo pronto ya he visto algunas caras conocidas por la esquina de la televisión, las mismas caras que hace seis años entraron por la fuerza a sus instalaciones hoy se preparan a “defenderlo”.

Yo solo espero que no se repitan los hechos violentos de aquel entonces. Una institución de la televisión nacional como Panamericana no se lo merece. Los trabajadores de Panamericana no se lo merecen.

Don Genaro usted no es infalible. Aunque sus colaboradores no se atrevan a decírselo usted ya falló. Ya le hizo bastante daño al canal, a sus trabajadores, a sus familias, a usted mismo. No siga.

Pero usted seguirá, solo por darme la contra. A mí y a quienes como yo piensan que debería irse. Sólo por eso usted saldrá a las 4:31 de hoy en la tarde a la puerta de Panamericana, con su caminar cansino, su sonrisa de medio lado y burlándose de nosotros cantar: No, no se va… No se va… No se va… Genaro no se va.