martes, 3 de febrero de 2009

GENARO NO SE VA

Hola. Hace unas semanas tomé la determinación de escribir un blog, pero me dí con la sorpresa que la mayoría de los nombre que le había pensado poner a mi página personal ya había sido tomado, por sabe Dios quién.
Hoy acabo de encontrar un título. No sé si sea el más apropiado, pero al menos nadie más lo tiene.
Es así que sin más preámbulo los dejo con el primero de mis escritos. ya tiene un tiempo de publicado en mi "Google site". Lugar en el cyber espacio que no sé qué tan útil me sea de ahora en adelante. Bueno los dejo con la nota.
Adiós y gracias.


Las 4:30 de la tarde es la hora señalada. El plazo fijado por las autoridades para que Genaro Delgado Parker abandone las instalaciones de Panamericana Televisión, pero no, Genaro no se irá.

No, no se va, no se va, no se va, Genaro no se va. Y aunque la situación no está para cánticos, es la verdad. Y es que el broadcaster ha llegado a la etapa de su vida en que los hombres que llegan al poder se creen infalibles. Por sobre todas las cosas, incluso por sobre las leyes. De otra manera no me explico cómo a pesar de todos los reclamos, protestas, pifias y piteos que dejan en evidencia su no tan noble proceder el hombre no se da por aludido.

Hace tan sólo dos noches atrás el periodista José Mariño, uno de los más representativos reporteros de “24 Horas” se presentaba en el canal de la competencia y en el programa “Prensa Libre” calificaba a su jefe de sinvergüenza al mismo tiempo que le preguntaba qué había hecho con su dinero. Boletas de pago en mano, Mariño demostraba que durante más de veinte meses, Panamericana Televisión cumplió, religiosamente, con descontarle cada mes los montos correspondientes a su CTS y su aporte a la AFP, dinero que nunca llegó a su destino. El caso de Mariño no es el único, la situación se repite con cada uno de los trabajadores pertenecientes a la planilla del que alguna vez fue el canal de TV más importante del país.

Genaro mutis. No dice nada. Ante las acusaciones no se defiende, ataca. Acusa a sus detractores de ser parte de la corrupción. “Emisarios de Schutz” les dice. Ese ha sido su argumento desde que tomó el canal por asalto en el año 2,002. Parece haber olvidado que él mismo alguna vez se sentó en la misma salita que sus colegas a negociar su permanencia en Global TV, aunque para eso haya tenido que entregar en bandeja de plata la cabeza de César Hildebrandt. Genaro no se acuerda. No quiere acordarse.

El hombre de quien se dice que no paga las deudas viejas y a las nuevas las deja envejecer, hoy sabe que su tiempo ha llegado. No se va, Genaro no se va. Sabe que está a punto de perder, tal vez para siempre, el canal que fundó junto a sus hermanos y que perdió de manera legal hace ya varios años.

Genaro se aferra a su terquedad. Se aferra a una medida cautelar que le permita seguir viviendo la ilusión del canal propio, sin importarle el daño que le hace a la empresa que fue suya. Le cuesta admitir que ya no lo es.

A las 4:30 de la tarde de hoy se vence el plazo. Genaro ya advirtió que no saldrá de allí, al menos no tan fácilmente. Por lo pronto ya he visto algunas caras conocidas por la esquina de la televisión, las mismas caras que hace seis años entraron por la fuerza a sus instalaciones hoy se preparan a “defenderlo”.

Yo solo espero que no se repitan los hechos violentos de aquel entonces. Una institución de la televisión nacional como Panamericana no se lo merece. Los trabajadores de Panamericana no se lo merecen.

Don Genaro usted no es infalible. Aunque sus colaboradores no se atrevan a decírselo usted ya falló. Ya le hizo bastante daño al canal, a sus trabajadores, a sus familias, a usted mismo. No siga.

Pero usted seguirá, solo por darme la contra. A mí y a quienes como yo piensan que debería irse. Sólo por eso usted saldrá a las 4:31 de hoy en la tarde a la puerta de Panamericana, con su caminar cansino, su sonrisa de medio lado y burlándose de nosotros cantar: No, no se va… No se va… No se va… Genaro no se va.

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