miércoles, 2 de julio de 2014

CARTA A MI AMIGO CAMACHO

Estimado Camacho:

Quiero comenzar dándote las gracias por no haberme pagado por el artículo que escribí para aquella revista que nunca salió a la venta.
Para los que lean este post debo explicar que a finales del año pasado me quedé sin trabajo. Como es normal en estos casos, tras tomarme unas semanas de descanso me puse a la búsqueda de nuevas oportunidades laborales, fue allí donde me abriste las puertas de la revista de la que eras editor general y me pediste escribir un artículo sobre el significado de lo que es ser "montesinista".
La revista nunca salió, problemas con los financistas, me dijiste. Lo peor para mí no fue que nunca me pagaras sino que el artículo nunca vio la luz, por lo que aprovecho la oportunidad para disculparme públicamente con Julio Arbizu, Marisol Pérez Tello, Carlos Bruce, Nelson Manrique, Juan José Díaz Dios y Eduardo Dargent que, generosamente me brindaron su tiempo para la realización del artículo en mención.

Pero hoy, algunos meses después, la duda me asalta y me gustaría saber si Rodolfo Orellana Rengifo era ese financista que se negó a seguir publicando la revista y eso, más que molestarme, me incomoda. También me apena, no por mí sino por ti.

Camacho, eres un buen tipo, siempre te he considerado leal y quiero pensar que por esa lealtad es que hoy defiendes a capa y espada a un tipo como Orellana. No sé que le debes, o tal vez sí, pero déjame decirte que el poder y todo lo que se deriva de él es efímero. Si crees que estando al lado de ese individuo puedes disfrutar del saberte temido por algunos congresistas a los que decías investigar por razones periodísticas, te equivocas, por que ahora solo estás quedando como el rostro visible de la corrupción.

Camacho, hoy te escuchaba en RPP defendiendo lo indefendible, cuando la joven periodista Katherine Donayre te preguntó sobre las denuncias a Orellana planteadas hace 5 años por el Colegio de Abogados, la atacaste diciendo que no podía calificar de mafioso a tu patrocinado. Te fuiste por la tangente para no responder por los antecedentes que inculpan a tu defendido.

Camacho, deja de hacer de abogado del diablo, te lo digo con la sinceridad con la que siempre te he hablado. Déjame decirte que tantos años en este negocio me ha enseñado que en este país la justicia y la ley nunca son lo mismo, porque las leyes, Camachito, gente como Orellana las tuercen para su conveniencia.

En el caso de Orellana, parece que la justicia al fin le ha cerrado el paso a una organización mafiosa que se valió del dinero para torcer conciencias y comprar voluntades, Camacho estás a tiempo, creo, de salirte, antes que quedes marcado para siempre.

Miguel